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Anónimo.
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marzo 19, 2006 a las 11:12 pm #7607
Anónimo
InvitadoRELEVOS EN LA ARMADA POR REALIZAR INTELIGENCIA INTERNA ILEGAL
Espiando como en los viejos tiempos
El número tres de la fuerza y el jefe de Inteligencia Naval fueron relevados por ordenar tareas de espionaje político en Trelew. Se encontraron informes hasta sobre la ministra Garré y datos que sugieren archivos de la dictadura.
Por Irina Hauser
y Laura ValesEl tercer hombre de la Armada, el comandante de Operaciones Navales Eduardo Avilés, fue separado del cargo tras ser denunciado por ordenar tareas de espionaje político desde la base aeronaval de Trelew. También fue relevado el director de Inteligencia Naval, Pablo Rossi. Entre las pruebas, que ya están en manos de la Justicia federal, hay reportes de inteligencia recientes como una ficha con información sobre la ministra de Defensa, Nilda Garré, que incluye su foto, una síntesis de su carrera pública, un listado de sus hijos y las actividades a las que se dedica cada uno. También hay seguimientos sobre los actos de conmemoración de la Masacre de Trelew, los familiares de las víctimas, además de un parte referido a la reapertura de la causa judicial sobre la matanza. En algunas carpetas aparecen datos de archivos de la última dictadura, archivos cuya existencia la Marina siempre negó.
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En una conferencia de prensa Verbitsky, el director ejecutivo del CELS, Gastón Chiller y el abogado Rodrigo Borda, detallaron que las actividades de espionaje fueron realizadas desde la Oficina de Inteligencia de la Base Aeronaval Almirante Zar, Chubut, la misma donde en 1972 fueron fusilados 16 presos políticos. âEsa base, significativamente, fue uno de los lugares de nacimiento del terrorismo de Estadoâ, dijo el periodista.
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Muchos de los elementos reunidos que estudia el juez de Rawson hacen pensar que la reapertura de la causa de la masacre de Trelew, que está en trámite, genera gran inquietud en la Armada. Hay un parte sobre la reapertura en trámite de la investigación judicial de la masacre, ocurrida durante el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse, donde podrían ser citados los militares que estaban en la base en aquella época. Abarca detalles sobre reuniones de funcionarios del gobierno con los familiares de las víctimas y un análisis de la probable evolución del caso. Un informe titulado âAcontecimientos acaecidos durante la semana de la Memoriaâ describe los actos de conmemoración de agosto del año pasado. Detalla los movimientos de funcionarios locales y de nivel nacional como el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Agrega un listado de personas presentes, como la subsecretaria local del área (con todos sus datos personales), ex detenidos y madres de Plaza de Mayo.El juez Pfleger hizo un allanamiento en la base naval y encontró más elementos: un organigrama completo del gobierno de Chubut y fotos de funcionarios entrando y saliendo de reuniones con organismos de derechos humanos. âHay un claro seguimiento al gobierno provincial y a quienes ocupamos cargos públicosâ, se quejó el gobernador de Chubut, Mario Das Neves. âPensé que esas prácticas habían quedado atrás, pero se encontraron fotografías de los fiscales Jorge Miquelarena (de Estado) y Alejandro Panizzi (anticorrupción), que viajaron recientemente a los Estados Unidos para exponerâ, precisó. El CELS también mostró una foto de la base aeronaval donde se ve un mueble archivero con carpetas que dicen â movimiento indigenistaâ, otra dice âgremiosâ y otra âreligiónâ.
…
sigue
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-64487-2006-03-19.html[Anonymously Posted by: ‘An%f3nimo
‘]marzo 19, 2006 a las 11:12 pm #2805admin
SuperadministradorJuicio por la Masacre de Trelew
La Justicia comenzó a tomar declaración indagatoria a ex empleados de base Almirante Zar
La Justicia federal comenzó hoy a tomar declaraciones testimoniales a ex empleados de la base Almirante Zar de Trelew que cumplían funciones en esa guarnición de la Armada el 22 de agosto de 1972 cuando fueron acribillados 19 militantes de agrupaciones de izquierda que estaban detenidos allí.
El juez federal subrogante de Rawson, Hugo Sastre precisó que «en principio estamos tomando declaración al personal civil de la fuerza que pueda aportar datos, cuyas identidades las voy a reservar para que la causa pueda tomar un rumbo definitivo a su esclarecimiento».
Sastre consideró que, a casi 36 años de la Masacre de Trelew, «es posible llegar al esclarecimiento porque los testimonios están como para tener una aproximación y además en esto favorece que yo nací y me crié acá y tengo muy en claro por transmisión de los mayores quienes vieron o escucharon cosas de la época».
Las declaraciones fueron formuladas por Sastre en un paréntesis de la audiencia a la que calificó como «muy rica y esclarecedora».
Todos los testimonios apuntan a la responsabilidad que tuvo el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa, quien estaba a cargo de la base y de quien se sospecha que participó personalmente del fusilamiento que oficialmente fue explicado como «un intento de fuga».
Esa es la gran incógnita, «dónde está Sosa» reconoció el juez Sastre, quien recordó que «versiones hubieron de todo tipo, primero que lo habían trasladado a Mar del Plata, luego que lo llevaron como agregado en una embajada a Europa e incluso se llegó a decir que le cambiaron hasta la identidad, pero todo eso es parte de la investigación».
El lugar de la base donde se produjo la balacera fue reformado, ya que se derrumbaron algunas paredes y las que quedaron en pie fueron revocadas y pintadas.
En razón de ello, el juzgado de Rawson requirió la colaboración al Instituto Balseiro con sede en Bariloche para que «determinen con su tecnología si, a pesar de las reformas que tuvieron esas paredes, se puede precisar los impactos de bala, a qué altura están y provenientes de dónde», explicó Sastre.
El magistrado anticipó además que en breve se le tomará declaración testimonial al ex gobernador y ex diputado nacional Atilio Oscar Viglione (UCR), quien en su condición de médico fue uno de los primeros que llegó al lugar donde yacían los cuerpos.
En razón de su avanzada edad, el magistrado se constituirá en el domicilio particular de Viglione, que vive en Trelew, para que de su testimonio, lo que nunca antes le fue requerido.
Se estima que las testimoniales de hoy serán el puntapié inicial de una lista de declaraciones que se tomarán a lo largo de este mes como inicio de la investigación que nunca se profundizó.
El 22 de agosto de 1972 murieron en los patios internos de la base y en una improvisada celda donde se disparó a mansalva los militantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) Carlos Alberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon y María Angélica Sabelli.
También fueron asesinadops en esa misma noche Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos del Rey, Clarisa Norma Lea Place, José Ricardo Mena, Miguel Angel Polti, Ana María Villareal de Santucho, Humberto Segundo Suarez, Humberto Adrián Toschi y Jorge Alejandro Ulla, todos militantes del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP).
La lista de los que murieron en la Masacre de Trelew se completa con los militantes de la agrupación Montoneros, Susana Graciela Lesgart de Yofre y Mario Pujadas.
En esa sangrienta jornada también fueron gravemente heridos María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar, quienes salvaron su vida porque los ejecutores creyeron que estaban muertos, aunque los tres fueron posteriormente desaparecidos.
Fuente: Télam
[Anonymously Posted by: ‘Anonimo’]
junio 21, 2006 a las 3:48 pm #7606Anónimo
Invitadoen la ciuda de puerto madryn durante los ultimos 3 años se han realizado diversos procedimientos de drogas y mercaderia de contrabando, realizados por la brigada de la policia federal argentina, a cargo del oficial pacheco. estos procedimientos solo detectaron consumudiores ocacionales en la zona siempre de la costa en pleno centro, y le han secuestrado algun «porrito». A los medios de difusión fueron llamados para tal magno procedimiento dando propaganda de que eran siempre 100, 200 o 300 gramos, agrandando con ello el procedimiento y mintiendo a la sociedad sobre el resultado del mismo. no practicando ningun tipo de investigacion. El resultado de ello es que estos presuntos delincuentes (que en realidad son tristes consumidores adictos) los pintaron de narcotraficantes siendo sindicados luego por la sociedad y manchados por algono que no hacian, es decir vender droga o tener en cantidad. esto lo hacen para tener mas redito en elos medios y en su trabajo evidentemente. Asimismo se fehacientemente que realizaron tambien un allanamiento hace un par de años en el brio. 630 siendo detenidos tambien algujn habitante de la finca como distribuidor (investigacion inventada) que luego fueron liberados por la justicia. Siempre buscan para este enchastre a pobres infelices, algunos ellos ignorantes y de bajo nivel social, dado que son los que menos patalean y a nadie le importa. esto no es justo, es arbitrario, injusto, egoista y muchas cosas mas. Es mas en los secuestros de materiales importados tambien pintan que sale una forutna lo secuestrado y en realidad son baratijas. Es decir enchastran a consumidores y vendedores ambulantes como distribuidores de droga y contrabandistas. Pero nadie se encarga de averiguar nada. Como cotejar esto es facil miren los recortes periodisticos de los medios chu but y jornada de acuerdo a lo que informa policia y pregunten al juzgado federal cual es verdaderamente lo que se secuestro, y en el caso de la mercaderia la valuación. EN TODO ESTO ESTA DE ACUERDO EL JEFE DE LA POLICIA FEDERAL COMISARIO GIOVINE.
[Anonymously Posted by: ‘EL JUSTICIERO’]
octubre 11, 2006 a las 11:08 pm #7605Anónimo
InvitadoConcurso Literario
ARGENTINA, 30 AÑOS DE MEMORIA
Bases y Categorias: http://memoria.madryn.com/
email: memoria@madryn.com[Anonymously Posted by: ‘An%26oacute%3bnimo’]
agosto 16, 2007 a las 2:04 am #8027Anónimo
InvitadoHomenaje por aniversario de la «Masacre de Trelew»
Inauguran «Espacio para la Memoria» en el lugar de los fusilamientos
El gobernador de Chubut, Mario Das Neves y el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, encabezarán el próximo miércoles el acto de inauguración del «Espacio para la Memoria» en el ex aeropuerto de Trelew, cuando se cumplen 35 años del fusilamiento de 16 presos políticos que intentaron fugarse del penal de Rawson.
http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-89733-2007-08-15.html
agosto 22, 2007 a las 11:27 pm #8041Anónimo
Invitado“Estamos con los que no están o con los que se fueron quedando”
Los ex presos políticos y sus familiares visitaron la cárcel de Rawson. Colocaron una placa y recorrieron las celdas. “Abuelo, te saqué una foto saliendo”, le dijo ayer a uno de ellos su nieta.La bandera argentina ondeaba, inmensa, frente a las puertas de la cárcel de Rawson. Pero algo era diferente. Era una bandera celeste y blanca, pero en un costado tenía la estrella roja del PRT-ERP y en el otro la estrella federal de Montoneros. Y en el cielo se leía: “Verdad, memoria y justicia”. Era el estandarte que plantaron los más de 300 ex presos políticos de la dictadura que desembarcaron en las puertas de la prisión que intentó destruirlos durante años. Hija de dos de ellos, Raquel la miró por un momento cuando salió del penal. “Es un lugar muy reducido, pequeño. Pero de acá salió el amor de mis viejos, de acá salimos mi hermano y yo.” Y es que sus padres se enamoraron allí: eran Rosa María Pargas y Alberto Camps, uno de los tres sobrevivientes de la masacre de Trelew, de la que se cumplen hoy 35 años. Ambos están desaparecidos.
Durante los largos meses previos a la fuga de agosto de 1972, las presas y los presos políticos de esa cárcel solían organizar payadas entre un piso y el otro. Como las mujeres estaban en un piso arriba de los hombres y había unas claraboyas, los presos formaron una sólida pirámide humana para que Alberto Camps pudiera llegar con la mano a alcanzar la de Rosa María Pargas. Ayer su hija volvió a ese lugar, junto con José Haidar, hijo de Ricardo René “El Turco” Haidar, otro de los sobrevivientes de la masacre, que también fue asesinado por la última dictadura.
Ante la ley
Un concierto de abrazos estalló en un hotel en el que los ex presos comenzaron a llegar en oleadas desde distintos puntos del país. Todas las conversaciones empezaban con la frase “¿Te acordás de…?” y allá iba otra anécdota tumbera entre mates de todos los gustos y colores y empanadas a montones. También estaba allí Alicia Bonet –esposa de Pedro Bonet–, con sus hijos y nietos, y Eduardo, el hermano de Humberto Toschi, otro de los fusilados aquel 22 de agosto.
De allí partieron en micros, riendo, haciendo chistes y recordando historias como viejos compañeros de colimba. Un día de sol brillante los acompañaba. Un día peronista, a decir de algunos. En el micro se hizo un silencio breve cuando llegaron frente a la cárcel, con sus paredes blancas y sus ocho pabellones con forma de panóptico. Las garitas de entrada anunciaban que estaba “prohibido avanzar”. En grupos de treinta, avanzaron hacia su interior de a poco (el ingreso al penal es gradual y se atraviesan círculos, como el descenso al infierno de Dante).
–No se te ocurra poner las manos atrás –bromeó el Zoilo, uno de los ex presos. Se refería a una de las disposiciones de los grises en la dictadura, que obligaban a los presos a caminar con las manos atrás y la cabeza gacha.
–Che, viene lento esto –comentaba Ramón Torres Molina, otro ex detenido.
–Pasa que antes te ayudaban a entrar más rápido con un par de patadas en el culo –aportó el Zoilo, que recordaba su propio ingreso. Finalmente cruzaron el perímetro.
En la sombra
El patio que se extiende detrás del primer muro descubre un campo con pinos y un césped estrictamente cortado. Algunos presos recordaban que hicieron la base de madera que sostenía la bandera argentina. Keyla, la nieta del Zoilo, correteaba con su campera rosa por el pequeño jardín y sacaba fotos a los penitenciarios que circulaban por la pasarela, sobre el segundo muro donde patrullaban los grises. Hasta que, con un ruido sordo, un candado se abrió y se corrió una reja. Y se abrió la puerta de entrada, de un considerable espesor. Y adiós al sol.
Adentro se extendía un largo pasillo con un piso derruido y grandes luces rojas a los costados, como en un submarino. La sensación de ahogo era la misma. Los ex presos traspasaron unas tras otras las puertas de rejas que hay cada unos pocos metros. A los costados, los pabellones poblados con presos estaban saturados de guardiacárceles que miraban, marciales, con cierta inocultable severidad.
Otra puerta doble de metal se abrió con un ruido sordo y los ex presos entraron al pabellón 6, que está en remodelación. Comentaron que faltaban las mesas largas y las estufas que estaban en su época, pero las celdas seguían siendo igual de pequeñas: no miden más de dos metros por uno. Allí los tenían de a dos en las peores épocas. “Yo estaba más o menos por acá”, comentó Gustavo Westerkamp desde la puerta de su ex celda.
El Zoilo, que había entrado con sus hijos y sus nietos, les relataba algunas de las historias que se vivieron allí. Otros ex presos lo imitaban con sus familias, con un inocultable orgullo (“a esto sobrevivimos”). Salieron al patio. Otra vez el sol. Y el viento, aunque escaso. Un par de palomas salieron espantadas. “Yo me imaginaba cómo se vería todo desde el ojo de las gaviotas, porque no lo podía ver”, recordó Carlos. Cruzaron los muros con alambres de púa del patio y salieron hacia los talleres de trabajo.
Un numeroso grupo de penitenciarios los esperaba allí, observando. Haciendo acto de presencia. “Acá nos traían previa requisa completa”, explicó el Zoilo a su familia, mientras entraban en la carpintería. Los hijos de los presos no se perdían una palabra.
–Che, yo hice el baño, ¿todavía estará? –preguntó uno de los presos.
–Eh, no sé. Hoy me estoy enterando de cada cosa –dijo el penitenciario treintañero, que sujetaba todavía el cigarrillo. Un portón enorme se movió con dificultad para dejarlos escapar por otra salida. Apenas puso un pie afuera, el Zoilo vio que su nieta se acercaba con la cámara. “Abuelo –le dijo–, te saqué una foto saliendo.”
La ronda
Familiares de desaparecidos, de los presos, de los fusilados en Trelew, los ex presos, amigos, funcionarios, todos se reunieron en una ronda en torno de la placa que colocaron frente a la cárcel. “En esta unidad penal entre los años 1970 y 1983 miles de militantes populares resistieron las políticas de exterminio de las dictaduras militares”, se lee sobre el mármol. “En la esquina había una casa, que se abrió para que los familiares pudieran comer o dejar un paquete para los presos”, recordó otra ex presa, Carlota Marambio, que más tarde descubrió otra placa en reconocimiento a la solidaridad de los vecinos.
“Volvimos. Hoy, por nuestra propia voluntad. Nuestros padres, hijos y hermanos están acá, a nuestro lado y muy cerca. No están detrás de un vidrio como nos obligaban entonces”, leyeron dos hijos de los ex presos, Agustín Mogordoy y Victoria Egea, el discurso que habían consensuado los ex detenidos. “Estamos juntos también con los que no están, o con los que se fueron quedando a consecuencia de lo que aquí vivieron”, recordaron. Y cerraron con un reclamo que no parece ajeno a ningún aniversario: “Aparición con vida de Julio López”.
agosto 29, 2007 a las 12:34 am #8057admin
ParticipanteRegreso a Trelew
por Tomás Eloy Martínez
Trelew no se parece en casi nada a la ciudad que era hace 35 años,
cuando la vi por primera vez. Su población se ha multiplicado cuatro
veces: de los veintiséis mil habitantes de entonces a los casi cien mil
de ahora. En el centro abundan los cafés, los negocios atareados, los
turistas que tratan de acercarse a las ballenas en el océano próximo.
Sólo no han cambiado las ondulaciones que separan el casco urbano de la
estepa, el té de la tarde que los galeses dejaron como una costumbre de
siempre cuando colonizaron la región en 1865, las siestas inevitables.El aeropuerto de 1972, donde se refugiaron y se rindieron sin
condiciones los diecinueve guerrilleros fugitivos del penal de Rawson,
ya no está donde estaba. El nuevo es un imponente conjunto de dos
plantas situado en el camino a Gaiman, siete kilómetros hacia el Oeste,
en vez del modesto edificio que antes desafiaba la soledad quince
kilómetros al Este, cerca del mar.
A las pocas horas de llegar tuve que declarar como testigo ante el juez
federal Hugo Sastre por un libro que publiqué en 1973, La pasión según
Trelew. Allí se relata la fuga en masa de 115 guerrilleros desde
Rawson, el 15 de agosto de 1972, el fracaso de casi todos en alcanzar a
tiempo el avión de Austral capturado por sus compañeros en Comodoro
Rivadavia, y la rendición sin condiciones de los diecinueve que
llegaron tarde y se quedaron en tierra, mientras los otros rezagados
volvían a la cárcel.
Los que se rindieron fueron sacados de sus celdas la madrugada del 22
de agosto y ametrallados por los oficiales de la Marina encargados de
su custodia. Así lo recuerda Trelew, el documental de Mariana Arruti
que vi el día del 35° aniversario. Pocos relatos de esa tragedia sin
drama –o de cualquier tragedia en general– me han parecido tan
ascéticos y a la vez tan conmovedores. Arruti logra el prodigio de
restablecer el pasado tal como fue –el pasado en sí que Proust aspiraba
a resucitar– desplegando con prolijidad imágenes de los noticiarios,
declaraciones de testigos y retratos silenciosos de los lugares tal
como el tiempo los ha dejado.
En sus primeros minutos, Trelew relata la solidaridad que poco a poco
despertó entre los habitantes comunes de la ciudad cuando los primeros
presos políticos llegaron al penal de Rawson y cómo se crearon
amistades imposibles entre los que ya estaban en la ciudad y los
familiares que iban llegando de lugares distantes con medicamentos y
ropa. Casi en seguida, la película se detiene en los preparativos de
una fuga en masa que parecía empresa de locos y que fracasa a última
hora por una señal mal comprendida. Es el mejor momento de Trelew. En
la narración de Arruti hay un despojamiento visual y un ascetismo
expresivo que hace pensar en Un condenado a muerte se escapa, la obra
maestra que Robert Bresson dirigió en 1957. Los detalles de los muros,
de las escaleras descascaradas, de las celdas sin nadie, tienen una
densidad casi metafísica.
Cuando me propuse narrar esa fuga en 1973, Ana Wiessen, una de las
guerrilleras que esperaban a los fugitivos en Trelew para llevarlos al
aeropuerto, me dijo que, al no verlos llegar a la hora convenida, tuvo
“un pensamiento judío”. “Los judíos –explicó– siempre comparamos los
signos que nos envía Dios con otros signos más terrenales para
averiguar si aquéllos son falsos. Pero también Dios puede querer
engañarnos. Por lo tanto, Dios nos ha engañado, me dije. Y ése fue un
verdadero pensamiento judío.” Ana Wiessen hablaba en tiempos
inclementes. Todo lo que entonces decía podía incriminarla, devolverla
a la cárcel, arrastrarla a la muerte.
La película de Arruti lleva esa duda metafísica más lejos, porque la
transforma en culpa. Uno de los responsables de transportar a los
fugitivos, Jorge Lewinger, confiesa que interpretó mal las señales que
le daban desde el penal, o que las confundió, y que ese error no ha
dejado de atormentarlo. Trelew reúne, por fin, los testimonios de mucha
gente que se había negado a hablar. De hecho, cuando emprendí la
investigación para mi libro de 1973, me dijeron que Jorge Lewinger
había participado en la fuga pero que hablar podía costarle la vida. Y
no hay libro en el mundo que valga la vida de un solo ser humano.
Tanto el juez federal Hugo Sastre como la película de Mariana Arruti
cuentan que la Marina sigue negándose a colaborar en la investigación.
Nadie ha querido echar luz sobre un grave episodio de sangre que sigue
atribuyéndose al descontrol de dos o tres oficiales navales durante la
madrugada del 22 de agosto. Hubo dieciséis muertos aquel día –y casi
todos ellos fueron rematados por una descarga final–, más tres
sobrevivientes que inculparon a esos oficiales
antes de que los tres desaparecieran a su vez, años más tarde, en los
campos de tormento de la dictadura. Acaso los señalados tengan una
versión indulgente de lo que hicieron pero, mientras sus camaradas de
armas callen, los habitantes de Trelew y los que escriben esa historia
seguirán creyéndolos culpables.
Más que los relatos de la fuga y de la matanza, que todavía arrebatan
el corazón de tanta gente, lo que sigue impresionándome es la simetría
entre lo que sucedió la madrugada del 22 de agosto de 1972 en la base
naval y lo que padecieron los habitantes de Trelew cuarenta días más
tarde. Al amanecer del 11 de octubre, aquel mismo año, diecinueve
ciudadanos fueron detenidos en el viejo aeropuerto por las patrullas
del ejército que habían invadido las calles y bloqueado las salidas
hacia Rawson, Puerto Madryn y la zona de las chacras galesas. Ninguno
de esos prisioneros era digno de sospecha. Se trataba de militantes
pacíficos de partidos políticos que actuaban en la democracia,
profesores secundarios o universitarios, dirigentes sindicales y hasta
un intendente radical recién elegido Algunos de ellos ni siquiera
sabían por qué los llevaban, con las manos atadas a las espaldas, hacia
un campamento improvisado junto a un avión Hércules C-130. Las cifras,
quizá por azar, son simbólicas: dieciséis prisioneros cayeron en la
base naval; tres sobrevivieron a la matanza. Cuarenta días más tarde,
de los diecinueve rehenes a los que levantaron de la cama en medio de
la noche, tres fueron liberados sin explicaciones a las pocas horas.
Los otros dieciséis fueron enviados a la cárcel de Villa Devoto.
Llegué a Trelew en esos días y fui testigo de la indignación con que la
ciudad entera respondió al arresto de algunos de sus habitantes. Más de
tres mil personas –la décima parte de la población– colmó durante una
semana la sala del teatro Español desde el amanecer hasta la noche para
reclamar la devolución de sus presos sin causa. Nadie dormía. La gente
comía en los asientos de la platea, florecían las asambleas y los
discursos. Allí encontré, convertida en una Pasionaria patagónica, a
Teresita Belfiore, una compañera de la Escuela de Letras de Tucumán,
que enseñaba Lenguas Clásicas en el Instituto Universitario de Trelew.
Se cantaban sin tregua poemas compuestos al calor de la vigilia, se
leían mensajes de solidaridad de los pueblos vecinos. Salvo en la
Patagonia misma, ya casi nadie se acuerda de aquella rebelión
espontánea, desatada por ciudadanos de a pie. Es, sin embargo, una
rebelión ejemplar. Demuestra la fuerza que puede tener un pueblo entero
cuando lo enciende una causa justa.
La matanza de Trelew cambió los vientos de la política argentina y se
convirtió en una semilla de odio. Aunque nadie lo sabía entonces,
faltaban pocos meses para que Juan Perón regresara de su exilio de
dieciocho años. El gobierno de Alejandro Lanusse prometía elecciones
libres, sin proscripciones. Sin las heridas de Trelew, acaso habría
sido más fácil apagar los incendios que vinieron después. Pero aquel 22
de agosto se abrió una grieta inútil, y por allí fluyó la sangre de
mucha gente.
© La Nacion
Por Tomás Eloy Martínez
Para LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/937611octubre 15, 2012 a las 9:52 pm #14720Anónimo
InvitadoEn juicio llevado a cabo en la ciudad de Rawson acaba de conocerse el fallo por la llamada «Masacre de Trelew»: condenándose a los imputados como coautores penalmente responsables de homicidio agravado con alevosía contra 16 personas en la ciudad de Trelew el 22 de agosto de 1972, declarándose como crimen de lesa humanidad, a prisión e inhabilitación perpetua a cumplir en cárcel federal.
El Sapo -
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